En su libro “El comportamiento humano en el trabajo”, Davis y Newstrom
definen dos elementos de suma importancia para una organización: visión y
misión. Tomadas en conjunto, constituyen la dimensión a la que Schlemenson se
refiere como el proyecto en el que se sustenta la organización.
La visión, en palabras de Davis y Newstrom, “representa una ambiciosa descripción
de lo que la organización y sus miembros pueden lograr, un futuro posible y
cercano”. Puede considerarse como una versión de largo alcance de la misión.
La misión de una empresa identifica su ramo de actividad, así como también el mercado al que
sirve y las razones de su existencia. En comparación con la visión, la misión
es más descriptiva y menos orientada al futuro, si bien, al igual que ella, es
de carácter general.
¿Cómo se ve esto en una organización? Las páginas de Internet de las
organizaciones nos dicen cuáles son sus objetivos a alcanzar. Tal como el título
sugiere, nos hemos preguntado cuál es la visión y la misión de Coca-Cola. La respuesta es un tanto risueña: la misión
de esta empresa es refrescar al mundo, brindar momentos de optimismo y
felicidad y crear valor y marcar la diferencia. Su visión consiste en una serie
de objetivos relacionados a ítems tales como las bebidas, los socios, la
productividad, etc.
¿Cómo consigue Coca-Cola alcanzar sus objetivos? Una noticia publicada
en el diario La Nación hace dos años sostiene que la gaseosa se está viendo
desplazada del mercado por otro producto: el agua saborizada. ¿Puede Coca-Cola
hacerle frente a esto y satisfacer la demanda del mercado? ¿Puede adaptarse a
los cambios en el contexto?
La respuesta es sí. En esa misma noticia se realiza un ranking de las
marcas líderes en el mercado del agua saborizada, y Coca-Cola se encuentra en
segundo lugar (muy por detrás de Aguas Danone, pero en segundo lugar al fin y
al cabo).
Podemos afirmar entonces que esta empresa cumple con su misión.
Coca-Cola refresca el mundo.
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