Probablemente no
existan carreras relacionadas con las ciencias sociales donde los estudiantes
no hayan oído hablar de Zygmunt Bauman y su famoso concepto de modernidad “líquida”.
Los líquidos se
desplazan fluyen con rapidez, pero no conservan fácilmente su forma. No se
fijan al espacio ni se atan al tiempo. Están sujetos a permanentes cambios,
pero no poseen estabilidad. Estas propiedades de los líquidos caracterizan a la
modernidad “líquida” (o posmodernidad), en contraste a una modernidad “sólida”,
definida por la permanencia y la estabilidad.
Como consecuencia de
estos cambios, se produce una modificación en la relación de espacio y tiempo.
Estos no son fijos en la modernidad líquida, existen simultáneamente diversos
tiempos y la ilusión de estar en diferentes espacios al mismo tiempo.
En lo que respecta a la identidad, la modernidad “líquida”
valora al sujeto que posee una identidad flexible y versátil que haga frente a
las distintas mutaciones que el sujeto ha de enfrentar a lo largo de su vida.
Schvarstein realiza una lectura similar sobre los
tiempos actuales, pero con una mirada más enfocada en el trabajo. Este autor plantea
que en la actualidad se produce la fragmentación del entramado social,
entorpeciendo la visión integradora de la organización del trabajo y
destruyendo la capacidad de resistencia de los sujetos.
Esta fragmentación se
materializa en diversas formas de organizar el trabajo, siendo las más
destacables la empresa unipersonal y el trabajo a distancia (o teletrabajo).
El teletrabajo
supone un quiebre en el manejo del tiempo y el espacio, tal como planteaba
Bauman; es una forma de inserción laboral que promueve la ilusión de acortar
las distancias (de estar en distintos lugares al mismo tiempo), pero a costa de
inevitables quiebres identitarios. Es por esto que en la posmodernidad se
requieren sujetos cuya identidad sea flexible, para poder adaptarse a esos
cambios.
A pesar de las desventajas que Schvarstein enumera,
esta forma de trabajo es una de las que prima en la actualidad. Sin embargo, si
los tiempos que hoy corren son “líquidos” y las transformaciones se dan
continuamente, es posible que en un par de años el teletrabajo sea historia.
Muy buena la relación que hicieron incluyendo a Baumann. Nos preguntábamos que tan difícil se nos hace enfrentar los cambios y ubicarnos como parte de ellos y no como resistentes. En una organización es fundamental la adaptación al contexto, que haya un equilibrio entre modelo y realidad, el modelo debe adecuarse a esta última. Tenemos que pensar que tal vez, somos parte de un cambio de paradigma en relación al trabajo,como bien mencionan uds ,un ejemplo claro es el teletrabajo. Si en vez de pararnos en un " todo tiempo pasado fue mejor" logramos valorar el presente, aunque se trate de una " modernidad liquida", si pudieramos partir de las oportunidades y avances, de las ventajas que nos ofrece la tecnología y la ciencia, y capitalizar todo esto para beneficiar a las organizaciones en todas sus dimensiones, nos sentiríamos parte de la realidad que vivimos y no personajes oxidados, aludiendo siempre a una cuestión generacional para justificar los males del mundo.
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